Descubre la estrategia de Chris para un recorrido en bicicleta de gravel de más de 800 kilómetros y casi +15,000m. en menos de cuatro días.
800km | +15, 000m | 4 días
El Tour de Frankie es una prueba extrema, no solo por sus cifras —más de 800 kilómetros y casi 15,000 metros de ascenso en menos de cuatro días—, sino por el nivel de exigencia física y mental que impone desde el primer día. A pesar de que contaba con la ruta cargada en mi Garmin —mi única certeza— y con puntos de abastecimiento aproximados cada 200 kilómetros, lo que me esperaba en cada tramo seguía siendo una incógnita. Por lo general, en esos puntos solo había agua, nueces y algo de fruta; el resto dependía completamente de mí.
Desde el inicio, mi objetivo fue mantenerme en un ritmo sostenible (zona 2-3), priorizar la nutrición, la hidratación y mantenerme mentalmente estable. Sabía que lo importante era adaptarme a lo que viniera, confiar en mis conocimientos y responder con calma a cualquier situación.
"Mi estrategia alimenticia consistió en consumir 30 geles de Energy Up durante el recorrido, alternando con comida real que encontraba en tiendas —nueces, barras, fruta—, además de cápsulas de sal cada dos horas y electrolitos Energy Up en cada recarga de ánforas. Esta combinación fue clave para mantenerme fuerte, sin malestares estomacales, y con un nivel de energía constante."
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Una parte que si me a trevo a compartir de mi estrategia es:
Lo que funcionó: una nutrición planificada, variedad en las fuentes de energía, hidratación constante y no improvisar.
Lo que cambiaría: el factor humano. Aunque logré encontrar un grupo en la parte final del recorrido con el que me sentí muy cómodo, me hubiera gustado encontrarlos antes. Compartir el trayecto con ellos hizo toda la diferencia. Haber tenido ese apoyo desde el principio habría aligerado muchas cargas mentales y hecho la experiencia más disfrutable.
En resumen: El Tour de Frankie es un reto de autogestión total, pero no necesariamente de soledad. La ruta puede estar trazada, pero el camino lo hace quien lo vive. Y hacerlo en compañía —incluso en el caos— puede cambiarlo todo.